Bellezas del Salar de Uyuni

Cuando estábamos planificando el viaje, se nos ocurrió darle un nombre especial. Después de algunas tentativas, llegamos al nombre Atacayuni, mezcla de Uyuni y Atacama, segunda parte del viaje.

Como te decía en el post anterior, llegamos a Uyuni por la madrugada y, después de algunas horas en un hotel cerquita de la estación del tren, barato y limpio, nos decidimos por una empresa que nos llevaría a conocer el Salar de Uyuni. Nos costó barato, pero tuvimos algunos problemitas con el horario. La empresa elegida fue Colque Tours y, desgraciadamente, tuvimos un retraso de unas dos horas. No me encontraba bien -todavía tenía el "mal de alturas"- y, por eso, estuve tumbada en el sofá de la empresa esperando a que partiéramos rumbo al Salar. El señor fue simpático y me ofreció ayuda, pero, cuando estás mal, estás mal y no te das cuenta de algunos detalles. Finalmente nos subimos al auto y salimos hacia el Salar. 

Chicos bolivianos. Foto de Marcelo Guttler.

No necesito decirte que empecé a mejorar y, dentro de muy poco tiempo, ya me encontraba bien y contenta por empezar la aventura.

Y viene el tren...  Con Alvaro y Marcelo, arriesgándonos la vida

El primer punto de interés fue el Cementerio de Trenes. Hay mucha basura, pero vale la pena conocerlo. La pena es que nuestro conductor tenía prisa -por el retraso inicial- y no nos dejó mucho tiempo para "jugar" en los trenes. 

Cementerio de trenes

Impresionante es la sensación que tienes cuando estás en Salar. El auto avanza sobre la sal y lo ves todo blanquito en el horizonte. 

El horizonte salado

Kilómetros con este paisaje

Prepárate porque es mucha emoción caminar sobre la sal, tocar el suelo y probarte lo salados que están los dedos. Como soy aficionada a la sal, me divertí chupándome los dedos cada rato. Ten cuidado con los zapatos. Muy probablemente se te van a estropear, así que mejor no te pongas los mejores que tienes este día.

Pies clavados en la sal. Qué ricooo.

Lo mejor es cuando hay agua en el Salar porque así tendrás la sensación de espejos y de que el suelo y el cielo son uno. No tuve esa suerte.

Nuestro coche

Hora de la comida, o almuerzo, como quieras. Nuestro conductor nos llevó a un lugar muy bonito y nos preparó la comida que trajo en el auto.

Comidaaaa

Momento relax

Uno de los puntos importantes es la Isla Incahuasi, una isla de cactos gigantes en medio del Salar. Muy chévere...

Incahuasi

Incahuasi

Aventurera

Después de la Isla Incahuasi, nos dirigimos al Hotel de Sal para la primera noche en Uyuni. 

Hacia el hotel

Prepárate: solo hay cuartos colectivos, para seis personas, las mismas que viajan en el auto contigo. Una única ducha para todos que se alojan en el hotel y un baño para mujeres y otro para hombres. Se forma una pequeña cola porque es mucha gente, pero, te digo, esa cola es perfecta para que hagas nuevos amigos, gente de todas partes del mundo, de diferentes idiomas y culturas. Fenomenal.

Pared del hotel de sal

En el hotel te sirven un té y galletas mientras esperas la cena. La comida es buena. Por supuesto no comes como en un hotel de lujo, pero me sorprendió bastante porque fue mucho mejor de lo que me imaginaba.

En el hotel de sal

El segundo día conoces lagunas y paisajes impresionantes también. Mucho viento y tierra. Mujeres, prepárense el pelo y la piel. Mucha crema, por favor.

Con la camiseta de Flamengo, mi equipo de fútbol.

En una de las muchas lagunas, con lindos flamencos

Momento de la comida: todos hambrientos

Estoy segura de que estos 3 días fueron unos de los mejores de mi vida. La piel resequida por el sol, frío y viento, pero nada que la crema, después, no resuelva. Así que relájate y disfruta el momento.

Laguna Hedionda, simplemente maravillosa

Árbol de piedra

El último día en Bolivia también fue fenomenal. Después de haber pasado la noche sin poder ducharme -el hotel no tenía ducha-, me desperté a las 4 de la mañana para ver los geisers y la laguna de aguas termales, calentitas.

geisers

Aguas termales

último desayuno juntos

Fin de la primera parte del viaje. Llegamos a la frontera, rumbo a San Pedro de Atacama, Chile. Luego te cuento cómo me fue en el Desierto de Atacama.